¿Quién no recuerda aquellas fantasías infantiles en las que nos declinábamos por una u otra profesión?

crecimiento personal
Creo que es muy positivo echar la vista atrás, y concienciarse de todo lo que ha ocurrido y cómo ha ido ocurriendo en nuestra vida.

Dirán que lo que la respuesta de cuando somos niños a la pregunta "¿qué quieres ser de mayor?" es muy poco acertada, que siempre fantaseamos con ambiciones inalcanzables o que elegimos profesiones que luego, nunca elegimos en nuestra vida adulta.

Pero yo sinceramente creo, que esa tendencia por un destino u otro marca significativamente nuestro futuro. En ella, se descubre nuestra verdadera vocación, ya que cuando se es niño (o al menos antes, en la generación de los 80's) no se plantea uno en qué profesión ganamos más dinero o tenemos más calidad de vida.

Únicamente, nos decidíamos a ser una cosa u otra por simples impulsos internos. Sin influir nada más que nuestra voluntad en nuestra elección.

¿Qué quería hacer? ¿Qué estoy haciendo? 

Así de profunda me levanté yo este domingo. Con unas ganas terribles de analizar por qué hoy me encuentro haciendo lo que hago.

Te contaré algo, en mi infancia, pasé por tres etapas distintas, donde en cada una de ellas, me fijé distintos objetivos para mi edad adulta.

Mi primera elección fue, ser maestra. 


Me encantaba ir al cole, los libros, aprender y cómo no, enseñar. Según llegaba del colegio, me metía a mi habitación, ponía en la cama a todos los juguetes y peluches en grupos de dos en dos y les repartía folios en blanco a todos.

Después, cogía mis tizas y en la pizarra que tenía detrás de la puerta les hacía un resumen de la clase que había recibido hoy.

¡Pero no te lo pierdas! No te creas que me limitaba a salir a la pizarra y contarles a mis alumnos inertes la lección del día. ¡Qué va! Ahí no acaba todo... jajajaja.

Resulta que pasaba lista, mandaba callar cuando se ponían a cuchichear entre ellos y los castigaba contra la pared por no traer sus deberes. ¡Aún conservo los cuadernos donde apuntaba sus calificaciones! ¡Si, sí! Que además les ponía exámenes (que yo misma completaba) y después los corregía.

¡Qué tiempos aquellos!

Después quise ser psicóloga.


Algo me decía que aquello era lo mío. Estaba más que acostumbrada a andar entre adultos, ya que en la familia, se puede decir que vine de "rebote" y quedé muy atrás en edad respecto a mis primos, hermanos y demás familiares. Así que me sentía cómoda entre mayores. 

Hablaban de temas muy interesantes, contaban sus problemas, sus preocupaciones o sus pensamientos, y yo empatizaba misteriosamente con ellos dándoles mis consejos, pequeños, pero grandes.

Intervenía en conversaciones místicas sobre el universo, la vida y la razón de ser de las cosas. Y según crecía, cogí el gusto a buscar argumentos, de buscar los por qués y de encontrar el funcionamiento de la mente humana. Gustaba de escuchar, de aconsejar y de proteger a todo aquél que se acercara con algún problema.

Y ahi, empecé a crear mis primeros diarios. Donde, escribía mi punto de vista de las cosas, mi filosofía de vida y mis preocupaciones (que curiosamente, yo misma me auto- respondía como si de una psicóloga se tratase). Resultó adictiva esta actividad y se sucedió durante años. 

Aún hoy conservo esos mágicos manuscritos guardados como oro en paño.

Y luego...quería ser periodista.


¡Otra etapa maravillosa de mi niñez! Recuerdo que por aquél entonces se mudó a mi portal la primera familia musulmana que llegó a mi pueblo natal. Tuve la gran suerte, de que vinieran con una niña super buena que tenía además mi edad. Encajamos a la primera, aunque no hablaba bien castellano, nos entendíamos con el lenguaje universal, la expresión corporal. 

A mi, me fascinaba todo lo que me contaba sobre su cultura, y yo, la ayudaba para practicar el idioma y que su adaptación fuera más sencilla y rápida. Una tarde, la propuse crear el primer periódico del barrio y ella emocionadísima aceptó mi propuesta. 

Fuimos ilusionadas a la papelería a comprar papel de calco, de ese que escribias en un folio por arriba, y te copiaba todo en el que tenías debajo, ¿lo recuerdas?. Y empezamos a escribir como locas. Hablábamos de qué niño se había caído hoy en el parque, de películas que habían puesto en la tele o entrevistábamos a vecinos conocidos del barrio (sobre todo los más mayores, que eran los que mejores anécdotas nos contaban... ). Después, cuando terminábamos de hacer todas las copias (tarea que nos llevaba unas semanas), lo grapábamos todo en orden y los repartíamos por los buzones.

Luego, como yo ya tenía un gran acercamiento con el mundo de la fotografía gracias a mi padre...tuve la ambición de incluir fotos en nuestro periódico... pero los medios con los que contábamos no nos lo pusieron fácil. ¡Aún recuerdo lo cutre que era nuestro periódico! jajajaja! 

Dibujábamos nosotras mismas las imágenes y créeme que si lo pudieras ver, te sorprendería su originalidad y la paciencia que le echábamos al asunto. 

Eso si, la incoherencia de tipografías y la cantidad de falta de ortografías le daba un punto cómico que no se lo quitaba nadie.

¿Y ahora? ¿Qué soy?


Puedo decir, que soy un poco de las tres cosas que quise ser de pequeña... ¡y más cosas que nunca imaginé que podría llegar a ser!. 

Así que, con esta pequeña reflexión dominguera me percato de que es importante no dejar atrás nunca nuestra esencia más inocente, más impredecible... y la más auténtica, la que mejor nos define.

Como habrás comprobado en este artículo, soy y he sido siempre algo excentrica, pero no creo que eso pueda variar la situación si tu caso no tiene tanta locura interna. Sí tú solo pasaste por uno de esos deseos del quiero ser de mayor, o si tuvistes más y más breves en tiempo...¡no tiene por qué ser diferente!.

Te invito a que eches la vista atrás, y reconozcas, si algunas de esas profesiones tienen que ver con la persona que eres hoy en día. Este ejercicio es vital para reconocer la vida de uno como la de uno propio, para descubrir que es posible llegar a donde quieres y para buscar de nuevo la famosa pregunta....

Y ahora...  ¿Qué quieres ser de mayor?

Un abrazote y ¡hasta pronto! :) Seguiré escribiéndote más cosas sobre mi hasta que no me queden dedos de tanto escribir, ¡lo prometo!.

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